El vídeo le resultará familiar a cualquiera que haya jugado al juego de construcción de mundos en 3D Minecraft. Pero no es un humano el que construye estos castillos, árboles y orugas, sino la inteligencia artificial.
El algoritmo se inspira en el «Juego de la Vida», un autómata celular. En él, los cuadrados de una cuadrícula se vuelven blancos o negros a lo largo de una serie de pasos de tiempo en función de cuántos de sus vecinos son blancos o negros. El programa imita el desarrollo biológico, en el que las células de un embrión se comportan según las señales de su entorno local.
Algunos investigadores han sustituido las reglas sencillas (por ejemplo, cualquier cuadrado blanco con tres vecinos negros se vuelve negro) por otras más complejas decididas por redes neuronales, algoritmos de aprendizaje automático que imitan a grandes rasgos el cableado del cerebro. Son los llamados «autómatas celulares neuronales». Pero la red sigue siendo sólo en dos dimensiones, o en tres con un solo tipo de bloque de construcción.
En un artículo publicado en el servidor de preimpresiones arXiv este mes, los investigadores presentaron un sistema que utiliza autómatas celulares neuronales en 3D y con 50 tipos de bloques, incluidos algunos que actúan como pistones. A continuación, pusieron en marcha su sistema en Minecraft.
Los científicos enseñaron a las redes neuronales a convertir cubos individuales en diseños complejos con miles de ladrillos, como el castillo, el árbol o el edificio de apartamentos amueblado de arriba, e incluso en máquinas funcionales, como la oruga. Y cuando cortaban una creación por la mitad, se regeneraba. (Normalmente, en Minecraft, el usuario tendría que reconstruir el objeto a mano).
En el futuro, los investigadores esperan entrenar a los sistemas para que crezcan no sólo formas predefinidas, sino para que inventen diseños que realicen determinadas funciones. Esto podría incluir el vuelo, lo que permitiría a los ingenieros encontrar soluciones que los diseñadores humanos no habrían previsto de otro modo. A continuación, la gente podría construir estas máquinas en el mundo real. O los robots diminutos podrían utilizar las interacciones locales (si tu vecino está haciendo X, haz Y) para montar robots de rescate o edificios autorreparadores. Es un campo en expansión.